
From Nemesio Guillot–who founded the first baseball club in Cuba in the 19th century–to late player Jose Fernandez, the sport has been one of the most popular features of Cuban culture. Many local players have become legends, and there’s a shrine in almost every home in Cuba, where baseball stars are revered and fans display their profession of faith. And a faith clash is palpable whenever playoffs coincide with soap opera season finales.
Los Yankees de Nueva York: el Equipo de los Cubanos
Ante el Yankee Stadium evoqué inolvidables momentos y conmigo se hizo realidad el sueño de grandes hombres como mi padre, Juan Antonio, el Nene, Filingo, Pinin, Armandito, Servilio, Charles, apasionados del béisbol, quienes me enseñaron que la vida es como un fly rompenubes hacia lo corto del center field, donde se debe correr siempre adelante, condición primigenia para que no nos traicione la mano enguantada del tiempo.
Cuba: Deporte e identidad
No puede concebirse la praxis social en Cuba ajena a las prácticas deportivas. El deporte ocupa un espacio medular en la identidad, como expresión del ser esencial del cubano desde una integración étnico-cultural.
Béisbol: Mi Todos Estrellas
El béisbol cubano está plagado de grandes figuras. Sin embargo, a quien elegir entre tantas luminarias. Mi Todos Estrellas es una selección no exenta de polémica de los más grandes que he visto jugar.
Cuba: Los apóstoles del béisbol
El béisbol cubano es portador de una coherente historia. La práctica de esa actividad deportiva, proveniente de los Estados Unidos, se ubica entre los años 1864-1866. En el país norteño se jugó el primer partido oficial el 19 de junio de 1846 e intervinieron los Knickerbockers y los Knicks2.
Babe Ruth: simplemente El Monarca
Las palabras del más grande pelotero de la historia pesaban. Sin embargo, las lanzó con el mismo desenfado con que era capaz de conectar para su mano batazos descomunales. Como el de aquella tarde del 8 de noviembre de 1920, considerado como el más grande presenciado en la historia del béisbol cubano. Los entendidos de la época situaron la pelota a quinientos cincuenta pies de home.